Corazón Paciente

             Creo en un Dios que escucha mi oración, que me oye cuando clamo, cuando le hablo, cuando le alabo y le canto. Ese Dios que es Señor, que es Padre, ese Pastor que tiene cuidado de mí, no hay nada que Él no conozca y nada que no controle y maneje a Su perfección.

            Ese mismo Dios, así como oye, también habla! Porque es un Dios real, un Dios vivo, que cumple sus promesas, y su Palabra dice “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” Amós 3:7.


            He escuchado a alguien decir: “Quien tiene una Palabra lo tiene todo”. Tener una palabra, una promesa de Dios, es tener una esperanza, una razón, un propósito para vivir, para avanzar, para estar en paz y confiado. 


Pero sucede que solemos ser impacientes, queriendo adelantar el tiempo de Dios, desesperados de que eso que ya Dios dijo que hará, llegue de inmediato. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” Gálatas 5:22-23. Siendo de Cristo, y siendo morada de su Espíritu Santo, debemos manifestar su fruto, y la paciencia es necesaria en este caso.



Teniendo la Palabra, la Promesa de Dios, debemos tener paz, creyendo en que lo que Él dijo, lo hará, lo cumplirá: (Números 23:19) “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” 

Todo esto forma nuestro carácter y nos hace mejores creyentes, con más fe y convicción, con más fuerza, nos hace valientes y atrevidos, y sobre todo forma en nosotros un Corazón Paciente.



Ancris Guevara.

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